-Les traigo a Andrei Massarin -exclamó Grigori desde lejos, y a mí se me secó la garganta y las manos empezaron a temblarme.
Quien venía hacia mí no era Andrei Massarin, miembro del Comité Revolucionario, sino el príncipe Bolkonski, el héroe de Guerra y paz; Bolkonski, con quien yo tanto había soñado en esa misma roca; Bolkonski, cuya muerte me había parecido tan inconcebible que nunca llegué a creérmela del todo. Ahí estaba, redivivo para mí, con ese porte de cabeza displicente, semblante pensativo, mirada intensa y grave; en una palabra, tal y como lo había imaginado desde siempre.
De "Los días del Cáucaso"
No hay comentarios:
Publicar un comentario