29.1.23

Sarah Chiche. Saturno

Prólogo 

Entraba el otoño. Hacía ya dos días que lo velaban. A la mañana del tercero sus miradas se ensombrecieron. Su madre se había desplomado en una silla de un rincón. Tenía sobre el regazo un pañuelo rojo de sangre. Su padre, junto a la cabecera de la cama, le acariciaba la frente como quien arrolla a un niño muy pequeño. Su mujer lo cogía de la mano. Tenía los dedos amoratados de frío. Las mejillas, pálidas. Su belleza rubia y algo impúdica resplandecía en un vestido demasiado ostentoso. Él yacía en la cama inmóvil, ensimismado, sin otra forma de comunicarse que escribiendo en una pizarra que tenía siempre a mano. Le habían puesto una sonda en la tráquea, conectada a un respirador artificial; un tubo le salía de la nariz. Cada cierto tiempo su mirada se desplazaba del monitor que registraba su frecuencia cardiaca, su índice de oxígeno en sangre, su tensión arterial y su temperatura, al rostro de su mujer, para regresar luego al monitor y de nuevo posarse en el rostro de su mujer. La miró. La miraba. Sus ojos. Sus manos. Sus labios. Los silencios compartidos. Las palabras. Las alegrías. Las penas. Los recuerdos. Percibía la presión de sus dedos en los suyos. Miró aquella mano que agarraba la suya como cuando ella estaba al borde del orgasmo y él tomaba su cara entre las manos para besarla y ambos entrelazaban los dedos y ella ladeaba la cabeza, ocultando los ojos bajo el mechón de pelo que le caía acaracolado sobre la boca, de pronto más distante de aquel hombre que la amaba hasta abrasarse, convertida en la noche en la que ambos se precipitaban. 


Principio de "Saturno"
   

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