26.5.23

Pino Ojeda. Te estoy llamando siempre

Te estoy llamando siempre, por todos los rincones donde el tiempo
ha marchitado cosas y palabras. 
Te estoy llamando detenidamente por las voces que quedaron sobre las paredes blancas.
Aunque los ojos de todos los hombres los hayan contemplado. 
Te estoy llamando, largamente por estos días de sol, 
por estas tardes de nubes
por estas noches atormentadamente calladas como si ellas mismas, 
se llamasen silencio. 

Te estoy llamando, mi amor, mi dulce sueño encadenado
a un recuerdo que no acaba. 
Siempre asida a él para que el tiempo no curve mi cintura
y mis labios no repitan tu nombre en un susurro de plegaria. 
Te estoy llamando siempre para que se oigan mis voces más allá del tiempo
donde tú estás imposible y lejano. 
Te estoy llamando siempre, pregonando tu nombre para que mis labios vivan en ti 
y tú puedas acudir a ellos igual que la luz cuando encuentra su día,
igual que el agua encuentra su fuente. 
Para no perderse monte abajo y quedar sepultada entre las piedras
oscuras de los barrancos. 

Siempre, siempre te estoy llamando, mi amor dolorosamente lejano. 
Como si tu nombre en la altura fuese el sol que ahuyentara las sombras. 
Como si lanzarte al aire alegremente hiciera el milagro de romper
la niebla persistente que intenta bajar de las cumbres. 

Siempre, siempre te estoy nombrando. 
Gritando tu nombre como si quisiera arrebatar tu carne de esa selva
oscura que te ausenta, 
de esas fieras ocultas que te acechan, 
de esa lenta agonía de horas que envejecen lentamente tus sonrisas. 
Y quisiera verte saltar delante de mí igual que van llegando los recuerdos, 
la luz a la madrugada, 
el ocaso en la tarde, 
la noche con su serenidad dulcísima para descansarme. 

Te estoy llamando siempre.
Y yo sé que vendrás un día con tu sonrisa a iluminar mis labios
antes que empiecen a marchitarse. 


De "Desnuda como el ángel"
En "Yo seguiré aquí"
   

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