22.6.23

Tove Ditlevsen. Las caras

A última hora de la tarde la cosa mejoraba un poco. Podía alisarla con cuidado y contemplarla con la esperanza de llegar a verla un día en su conjunto, como un tapiz de colores inacabado cuyo dibujo tal vez se adivinara al final. Las voces volvían a visitarla y, con algo de paciencia, lograba desenredarlas como hilos de un ovillo enmarañado. Podía pensar con calma en las palabras, sin miedo a que llegasen más antes del fin de la noche. En esa época, las noches a duras penas separaban los días unos de otros, y si con tu aliento abrías un hueco en la oscuridad como en un cristal helado, la mañana se te metía en los ojos con horas de antelación. 


Principio de "Las caras"
    

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