5.8.23

Marguerite Duras. La lluvia de verano

El padre se encontraba los libros en los trenes de cercanías. También se los encontraba al lado de los cubos de la basura, como si fueran un regalo, tras los fallecimientos o las mudanzas. Una vez se había encontrado la Vida de Georges Pompidou. Ése se lo había leído dos veces. También había revistas técnicas viejas, atadas en paquetes, al lado de los cubos de basura corrientes, pero ésas no las cogía. La madre también se leyó la Vida de Georges Pompidou. Aquella Vida les había interesado una barbaridad a los dos. Después de habérsela encontrado, habían andado buscando más Vidas de hombres célebres -que era como se llamaban aquellas colecciones-, pero nunca más habían encontrado ninguna tan interesante como la de Georges Pompidou, quizá porque el nombre de aquellas personas no les decía nada. Habían robado libros de ésos en los tenderetes de saldo que ponen delante de las librerías. Eran tan baratas las Vidas que los libreros hacían la vista gorda.


Principio de "La lluvia de verano"
    

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