22.12.23

Teresa Guerra. Respuesta de la poetisa

Hacia el desvanecimiento
mi influencia camina,
de las expresiones tuyas
neciamente persuadida. 
Sin conocer que la altura,
que tu atención le fabrica, 
no asiento, en que le asegure,
escollo es en que peligra.
Los no debidos aplausos,
que a mi indignidad dedicas,
insignias son de tu ingenio,
triunfos de tu cortesía.
Logre en su ambición sedienta
mi anhelo tan repetidas
cláusulas tuyas, que sean
lisonja de su codicia.
Muchas edades florezca 
tu ingenio, y sus flores viva,
sin aquella común frágil 
pensión de las maravillas.
En cuyos aumentos logre
mi reverencia osadía
generosidades, en que
tu ingenio se desperdicia.
Lo que tus versos me cuestan
de desveladas fatigas,
ocioso es decirlo, cuando
ellos mismos lo publican.
Mi fatigada ignorancia
tendrá el peligro por dicha
si una instrucción solamente
le merece a su doctrina.
Dónde aprendiste la rara,
artificiosa, exquisita
nunca practicada ciencia
muchas veces peregrina
de convertir (a pesar de
enemistad tan reñida)
en suma discreción tuya
la suma ignorancia mía?
Y en fin, pues docto, o piadoso
de las ignorancias mías, 
borraste el delito: O culpa,
felizmente redimida!


En "Poéticas. Antología de mujeres del siglo XVIII"
    

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