4.1.24

Joyce Carol Oates. Paliativo

1.  

Odia la esperanza!
Arsénico durante semanas
habíamos tomado en el goteo
sobre lenguas crédulas. 
   
Desea que la cosa 
de alas asquerosas
retumbante 
sobre nuestras cabezas
acabe en el suelo aplastada por un escoba.
Pisada, destrozada.
   
Ahora, la claridad del silencio.
   
Sólo el goteo de líquidos mínimos (salinos, hidromorfona).
Sólo la respiración trabajosa y arrítmica 
mientras el pecho se levanta, cae; se levanta,
cae.
El eco más leve: abandona.


2. 

Sostén la desesperanza
como un naipe
cerca del corazón 
reacia a revelar
lo que sientes 
pero (sí) arriesgas
la pérdida irrevocable
demasiado tarde.
   
Y así al filo del demasiado tarde
(cuando no hay nadie más en la habitación)
(pues la habitación de un hospicio puede estar abarrotada)
(con "abarrotada" quiero decir más de dos personas)
le dices a tu marido que le quieres
tanto, qué maravilloso 
marido ha sido
y él dice: Pero te he fallado con morirme.
Y tú te quejas: Pero por qué dices
una cosa semejante, no te estás 
muriendo, estamos hablando
aquí juntos!
Y él dice: Porque estoy muerto.

Y después de una biopsia final,
él se había enfurecido: Me sacaron el alma.
Me llevaron al crematorio, vi la señal.
No pretendas decirme que no vi la señal.


3.

Atrapado en esta cama como en una cárcel.
Está el coche al frente? Da una vuelta en el coche.
Dónde están las llaves del coche?
Joyce, no te marches, Joyce?
Tenemos que coger el coche. Dónde están las llaves...
Quiero irme a casa. Llévame a casa. Joyce:
no me dejes!
Qué hicimos con el coche?


4.

En un hospicio el tiempo cesa.
Las horas se vuelven días
y los días noche
y otra vez día, y
noche y la boca
antes fiera al besar
y ser besada
está floja, muda.
Y la respiración se ralentiza,
asimétrica
como un barco medio hundido.
Y la fiebre sueña furia
bajo los párpados azulados
temblando en una vida secreta.
Hasta que por fin el más profundo suspiro
de toda una vida...


5.

Después de una lucha tal
debes amar
el agua sin ondas
y oscura en que
flota la perfecta y
fría O de la luna.


De "Melancolía americana"
    

No hay comentarios: