"Voy a contaros una historia", les susurraba a mis hermanas cuando nos escondíamos detrás de las colinas de tierra rojiza donde se cultivaban frijoles e hileras y más hileras de fresas. Sus caras eran flacas, afiladas, de pómulos altos y ojos inquietos, como la de mi madre, como la de mi tía Dot, como la mía. Aldeanas, es lo que somos y lo que siempre hemos sido. Nos llaman también "vulgo", "cochambre", "clase trabajadora", "pobres", "proletas", "chusma", "escoria" y "gentuza". De todo ello, de todas nosotras, soy capaz de inventar una historia. Conseguir que sea bonita o triste, hilarante o turbadora. Revestirla de leyenda, de cierta aura, de romanticismo.
Principio de "Dos o tres cosas que tengo claras"
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