Para empezar, me gustaría decir que, aunque los padres, los maridos, los hijos, los amantes y los amigos están muy bien, no son perros. En el transcurso de mi vida he sido todo ello -excepto que en lugar de marido he sido esposa-, y sé de lo que hablo, conozco muy bien los altibajos, esos altibajos diarios, que a veces se dan casi a cada hora en los que son más sensibles, y que parecen acompañar inevitablemente a los amores humanos.
Los perros están libres de esas fluctuaciones. Cuando aman, aman con todas sus fuerzas, sin vacilaciones, hasta su último aliento.
Así es como quiero ser amada.
Por ello, voy a escribir sobre perros.
Principio de "Todos los perros de mi vida"
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