la Madre de Dios y el Niño Salvador.
Aroma a incienso, aceite y cera.
La iglesia se llena de callados llantos.
Se derriten las velas que portan las humildes jóvenes
en sus rudos y rígidos puños.
Ay, de mi muerte aléjame,
tú, de manos bronceadas y frescas,
tú, que has pasado a mi lado, provocando!
Acaso no posee tu apasionado nombre
el viento de todas las tempestuosas costas?
Oh, Marina, homónima del mar!
5 de mayo de 1915, Montes Sagrados
Un poema dedicado a Marina Tsvietáieva
en el libro "La amiga"
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