que pasaba tumbada al sol, en cómo le gustaba el sol, en cómo
extendíamos la manta, y llegaban amigas, y
los perros jugaban, y luego yo me impacientaba y
me levantaba y me iba al bosque
y a los campos, y la tarde
se templaba paulatinamente y yo por fin regresaba,
a través de sombras alargadas, y entraba en la casa,
donde estaba ella,
mi gloriosa bienvenida, bronceada y hambrienta y deseos de contar
los cándidos chismes del día y en cómo yo
la escuchaba sin prisas mientras colocaba
por toda la sala flores en jarras con agua-
margaritas, linarias, y siemprevivas-
hasta que, como nuestras vidas, vibraban y titilaban
por todas partes.
De "Nuestro mundo"
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