Ya era muy tarde cuando Liu Jin se encontró de pie frente a la puerta de madera de la entrada de su casa. Bajo la luz de la luna, grandes racimos de uvas arrojaban tímidamente unos reflejos brillantes que parecían desprender su propia luz. Debido al fuerte viento que de tanto en tanto se arremolinaba en el lugar, las hojas de los álamos blancos emitían sonidos agradables al oído. Alguien hablaba al mismo tiempo, y su voz se mezclaba con el rumor acompasado de las hojas al agitarse por el viento.
Principio de "La frontera"
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