Estos ensayos examinan un lado de la venerable controversia conocida como el conflicto entre ciencia y religión con el propósito tanto de cuestionar la legitimidad de la pretensión que formulan sus exponentes de hablar con la autoridad de la ciencia como de platear dudas sobre la calidad del pensamiento que subyace a esta pretensión. Propongo que el modelo del que parten estos escritores es la ciencia tal como entendieron esa palabra ciertos pensadores influyentes en la temprana edad moderna, a fines del siglo XIX y en la primera mitad del siglo XX. Si bien es cierto que en el mismo período y la misma cultura estaban emergiendo una física y una cosmología nuevas y modernas de verdad, ambas están conspicuamente ausentes, ayer como hoy, de los argumentos de estos autoproclamados defensores de la ciencia, la razón y la ilustración. Los términos muy estrechos que consideran adecuados para abordar el asunto en torno al cual ha girado siempre la controversia, el origen y la naturaleza de nuestra especie, arrojan inevitablemente una concepción de la humanidad que es ella misma muy estrecha, puesto que excluye por fuerza virtualmente toda la observación y especulación que sobre este tema han aportado a lo largo del tiempo aquellos que están fuera de ese círculo cerrado llamado pensamiento moderno.
Principio de "La mente ausente"
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