Y me pesó tu dedo
lo mismo que un gran manto
de hierro
que pendiera
de mis desnudos hombros.
Y me pesó tu dedo
cuando me señalaste el corazón -esta mañana-,
mientras el aire,
el aire enrarecido de mi alcoba,
volteaba un sonido:
Canta
Y quise huir, Temí. Me encogí hasta el abismo
de la angustia
porque pesaba mucho tu palabra
Canta
Déjame como siempre
volar por la palabra. Libre. Suelta.
Que yo te cantaré como hasta ahora.
Pero no vuelvas a decirme:
Canta
En "Los cien mejores poemas de amor en español"
No hay comentarios:
Publicar un comentario