27.3.25

Mary Oliver. Cuando hablan las rosas yo presto atención

"Mientras podamos
ser extravagantes seremos
enormes y húmedamente 
extravagantes. Entonces caeremos
hoja a hoja hasta el suelo. Es
esta nuestra tarea inalterable, y la hacemos
con alegría".
   
Y continuaron. "Óyenos,
los grilletes del corazón no son, como piensas,
la muerte, la enfermedad, el dolor,
la esperanza no correspondida, ni la soledad, sino
   
la lasitud, la tristeza, la vanagloria, el miedo, la ansiedad,
el egoísmo".
   
Su perfume, sin dejar de elevarse
desde sus cuerpos ciegos, me hizo
estremecerme de alegría.


De "La sed"
    

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