7.6.25

Ioana Nicolaie. Almendras

Vine al mundo en busca de amor
y batallé por ello,
las cuencas de mis ojos se amorataron
en pos de ello,
y los zarcillos ya secos repetidas veces de abandonos pasados
enyesaron una cabaña,
luego una casa más grande,
luego pequeñas ciudades demolidas
en cada buhardilla de la que
tarde me fui
   
en los nódulos de tantos atardeceres 
me retorcí en las tinieblas de mi almohada
sacadas a la luz por el vidrio ahumado de la lámpara 
y añoré el amor
   como se añora una enfermedad
y pensé que el amor era sólo un picor
   una erupción sin más, que sólo afecta a quienes
   tienen día y lugar de nacimiento
   entre los registros clínicos
   
cavé en lo profundo con la azada
destapé los fosos de cal para
         las nuevas estancias,
clavé estacas en cada lugar
donde pudiera existir alguien para mí, 
donde pudiera hallarse alguien para mí 
  
como un cuerpo sin adornos
me agazapé bajo la costra de niña formal,
bajo estratos de lunares de mi vestidito, 
esperando ver llegar al forastero
   no al hombre, no a la mujer,
   sino a alguien con palabras chorreando amor,
   con silencios empapados de amor
   
por eso, madre, quédate un poco más conmigo!
por eso, hermanos, más a menudo contempladme!
por eso, padre, perdóname, contigo es distinto!
por eso, amigas, no os riais de mí 
y vosotros, mis escasos hombres, olvidad la firmeza de mis senos,
el final argamasado de cada tarde
de aquel entonces, doblada con sumo cuidado!
   
y tú, mi amado, múdate para siempre 
entre las vigas de madera de mi corazón!


En "Sombras, incendios y desvanes.
Diecisiete poetas rumanas (1961-1980)"
    

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