Ben murió repentinamente una soleada mañana de junio de 2010. En octubre vendí el apartamento en el que habíamos vivido durante nuestros treinta años de matrimonio, metí a nuestra vieja gata en su transportín y nos mudamos las dos a unas pocas manzanas, al estudio en un cuarto piso sin ascensor que había sido mi oficina.
Principio de "Historias que olvidé contarte"
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