24.12.25

Marnie Pomeroy. Nochebuena

El abeto, como hirsuto cura de negro hábito, 
se erguía junto a la iglesia cuando entraron al crepúsculo. 
   
Al salir a la oscuridad caía la nieve.
El abeto se encendió en la negrura
   
de la noche: una dama de varias manos enguantadas de blanco
que manoseaba titilantes rosarios de luz.


De "Partícula y llama. Antología poética"
    

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