9.10.25

Louise Glück. Albada

Había un verano
que volvía muchas veces
había una flor que al abrirse
adoptaba muchas formas
   
El carmesí de la monarda, el oro pálido de las últimas rosas
   
Había un amor
Había un amor, había muchas noches
   
El olor de la celinda 
Los pasillos de jazmines y azucenas
El viento seguía soplando
   
Había muchos inviernos pero cerré los ojos
El aire frío, blanco de alas deshechas 
   
Había un jardín al fundirse la nieve
Azul y blanco; no era capaz de distinguir
entre mi soledad y el amor...
   
Había un amor; eran muchas sus voces
Había un amanecer; a veces
lo mirábamos juntos
   
Estuve aquí 
Estuve aquí 
   
Había un verano que volvía una y otra vez
había un amanecer
me hice vieja mirándolo



De "Las siete edades"
    

8.10.25

Sigrid Undset. Santa Catalina de Siena

Cuenta Gregorio de Tours en su Crónica de los francos que en el sínodo de Macón, celebrado en el año 585, hubo un obispo que afirmó que la mujer ni siquiera podía llamarse «homo» -ser humano-. Los demás obispos inmediatamente se pusieron a sacarle de su error. Al principio del Antiguo Testamento está escrito cómo Dios creó al hombre: Et creavit Deus hominem ad imaginem suam; ad imaginem Dei creavit illum: masculum et feminam creavit eos. Y para mayor abundamiento: «Nuestro Señor Jesucristo es llamado el Hijo del Hombre porque es hijo de la Virgen, es decir, de una mujer».


Principio de "Santa Catalina de Siena"
    

7.10.25

Annie Ernaux. La otra hija

La maldición de los niños es que creen.
Flannery O'Connor
Los violentos lo arrebatan


Es una foto color sepia, ovalada, pegada al cartón amarillento de una carpetilla, muestra a un bebé posando de tres cuartos en unos cojines festoneados superpuestos.


Principio de "La otra hija"
     

6.10.25

Saragei Antonini. El pan se parte con las manos...

El pan se parte con las manos-
la rama con el viento-
la piedra con la paciencia-
el cuerpo con la enfermedad-
el odio con el rezo-
la silla con la vejez-
el terror con la voz-
la vela con la caída-
yo y tú con el silencio-
la muerte con la poesía-
la poesía con la poesía.


En "Sombra escrita. Diecisiete poetas italianas (1970-1995)"
    

5.10.25

Ana María Martínez Sagi. Puerto de Alcudia

Era una larga terraza
vestida de claridad.
Eran dos montañas negras
ocho barcas y un cañar.
Una ruta navegante
con un puerto sin fanal
como laguna dormida
bajo el fulgor estelar.
Y era un áspero perfume
ramo de brea y sal
y una ventana en la noche
abierta a la inmensidad
con dos sombras desveladas
que contemplaban el mar.
   
Y era abril:
y nada más.


(Del libro "Canciones de la isla"
incluido en "Laberinto de presencias")


En "Mujeres del 27. Antología poética"
    

4.10.25

Grazia Deledda. Amori moderni*

Era a finales de febrero: una noche tibia y dulce.  
La señora y las hijas del profesor Rotta-Torelli, reunidas en torno a la mesa todavía puesta, en la salita tranquila cuya puerta de vidrio daba a un jardín incolto* , charlaban con el joven profesor Antonio Azar. 
A decir verdad, la señora, todavía joven y bella, pero con los cabellos blanquísimos, escuchaba en silencio, stuzzicando* se los dientes y mirando con sus vivos ojos negros,  a uno y a otro de los jóvenes a medida que hablaban, sin tener el aire de estar entendiendo del todo sus discusiones. Ella era hija de un capitán piamontés, de aquellos que «han hecho la patria», y quizás por eso no había tenido tiempo de preocuparse de la instrucción de su hija, dejándola crecer en la más completa ignorancia: ella no leía nunca un libro, y no sabía si los muchos que leían sus tres hijas eran buenos o malos. 
En aquel momento en todos los salones de Italia no se hablaba de otra cosa que de la novela Quo Vadis?


Principio de "Amori moderni"
(La traducción del italiano es mía...)   

3.10.25

Nelly Sachs. Santo minuto...

Santo minuto
lleno de adiós
del más amado 
minuto
en el que el universo
echa sus ilegibles raíces
unido 
con la geometría de los pájaros que vuela a ciegas
pentagrama de los gusanos
que excavan en la noche
  
con el carnero
que pace en su imagen de eco
y la resurrección de los peces
pasado el invierno.
  
Guiña de un ojo 
y quemando el corazón 
el sol
con la garra leonina en el huso
echa la red sobre los
que sufren
más y más densa
pues no se debe despertar algo
cuando el alma está fuera de morada 
y viajando en el mar
por anhelo
si no muere el cuerpo
abandonado
en el perdido rostro de los vientos.


De "Fuga y transfiguración"
En "Viaje a la transparencia. Obra poética completa"
    

2.10.25

Abigail Thomas. Lo que viene después... y que te guste

PINTAR, NO ESCRIBIR

Tengo un rato muerto mientras espero a que el sol se seque y lo dedico a darle vueltas a la historia que estuve años escribiendo y que no conseguí sacar adelante, procurando no deprimirme. No se tira nada cuando eres escritora. El material que no prospera hay que escribirlo para abrir camino al material que quizá sí; con frecuencia hay que optar por la ruta más larga. Y si escribes memorias, a buen seguro descubrirás cosas sobre ti misma en las que no habías reparado antes, y que tal vez incluso habrías preferido no saber, pero ya vez: en cierto modo, vas progresando. Aun así. Años. Es mucho tiempo para no llegar a ninguna parte. La historia trataba de una amistad de treinta años que se truncaba y sin embargo, no se sabe cómo, sobrevivía.


Principio de "Lo que viene después... y que guste"
    

1.10.25

Idea Vilariño. Constante despedida

Estos días
los otros
los de nubes tristísimas e inmóviles
olor a madreselvas
algún trueno a lo lejos.
Estos días
los otros
los de aire sonriente y lejanías 
con un pájaro rojo en un alambre.
Estos días
los otros
Este amor desgarrado por el mundo
esta diaria constante despedida.


De "Pobre mundo"
En "Poesía completa"
   

30.9.25

Leslie Jamison. Gritar, arder, sofocar las llamas

52 AZUL

7 de diciembre de 1992. Whidbey Island, estrecho de Puget. Las dos guerras mundiales habían pasado, al igual que las otras guerras: Corea, Vietnam. Hasta la Guerra Fría había pasado, por fin. La base militar aeronaval de Whidbey Island, en cambio, seguía estando ahí, como el océano Pacífico con sus vastas e insondables aguas, que se extendían más allá de un aeródromo bautizado con el nombre de un aviador cuyo cadáver jamás se recuperó: William Ault, caído en la batalla del mar del Coral. Así son las cosas: el océano engulle cuerpos humanos y los cuelve inmortales. William Ault se convirtió en una pista de despegue por la que otros hombres subirían al cielo.


Principio de "Gritar, arder, sofocar las llamas"