21.2.25

Aki Shimazaki. Azami. El club de Mitsuko

Bajo las escaleras consultando el reloj. Son las tres pasadas. Acabo de comer a deshora en la planta alta del restaurante.
Esta mañana he entrevistado al señor L. para presentarlo a los lectores. A partir de ahora llevará un consultorio de autoayuda en nuestra revista. Luego he pasado un buen rato en mi despacho transcribiendo la grabación de la entrevista. Necesitábamos el texto final antes de las dos de la tarde. Enfrascado en mi redacción, me olvidé por completo de ir a almorzar.


Principio de "Azami. El club de Mitsuko"
    

20.2.25

Elisabeth Mulder. El pulpo

Una noche soñé que un pulpo me quería.
Oh, la indecible angustia de aquella aberración!
Nunca he sufrido tanto; cuando amaneció el día
dijérase que había perdido la razón.

Alguien ha visto un pulpo acercársele quedo.
asqueroso y lascivo, monstruoso y feroz?
Por vez primera supe qué es ser presa del miedo,
qué es hundirse en la sima de una demencia atroz.
   
Él caminaba siempre, y yo huía, yo huía;
sus tentáculos eran como una maldición
caída del infierno sobre la carne mía
que crispaba el espanto de la alucinación.
   
Qué terror! Se me helaban los gritos en la boca.
Qué terror! No acertaba ni auxilio a demandar.
Y él avanzaba siempre, y yo, como una loca,
ni siquiera sabía hacia dónde escapar.
   
Un tentáculo horrible sobre mí iba a caer
como una helada mano blancuzca y amarilla,
cuando al fin dando un grito que sacudió mi ser
desperté sollozando de aquella pesadilla
   
que me hizo conocer el infierno del pánico,
el dolor de lo innoble, el terror de lo infecto
encarnado en lo inmundo de aquel pulpo satánico,
tenebroso y maldito, misterioso y abyecto.
   
Si en mis ojos a veces un terror pavoroso
refleja la impotencia de un grito silencioso,
si parece que miro una horrenda visión,
si a veces en mis labios hay un temblor de agonía,
es desde que soñé que un pulpo me quería.
Cómo olvidar la angustia de aquella aberración?


De "Los cien mejores poemas de amor en español"
    

19.2.25

Mary Oliver. Postal desde Flamingo

A medianoche, en Flamingo,
las palmeras oscuras chasquean en el viento,
un descarado autoerotismo.
   
Muy lejos en los manglares rojos
un lagarto se yergue sobre una loma de pasto
y se recuesta, estudiando poesías.
   
Reflexiona sobre los pecados, los siete todos mortales!
Ah, el problema de mi vida hasta ahora!
Esta tarde, en el agua de terciopelo, cientos 
de pájaros blancos!
Qué chapoteo sagrado y sensual!
    
Pronto la marea vendrá a azotar las islas 
azules del amanecer. Si estuvieses aquí. 
Si pudiera tocarte,
mis manos empezarían a cantar.


De "Americano primitivo"
     

18.2.25

Audre Lorde. Letanía para la supervivencia

Para las que vivimos en la orilla
sobre el filo constante de la decisión
cruciales y solas
para las que no podemos disfrutar
los sueños pasajeros de la elección
que amamos en umbrales yendo y viniendo
en las horas entre amaneceres
mirando dentro y fuera
a un tiempo antes y después
buscando un ahora que pueda criar
futuros
como pan en las bocas de nuestros hijos
para que sus sueños no reflejen
la muerte de los nuestros;
   
Para las que 
nos fue marcando el miedo
como una leve línea en el centro de la frente
aprendiendo a temer ya con la leche materna
pues por esta arma 
la ilusión de encontrar seguridad
los de torpes pies esperaban silenciarnos
Es para nosotras
este instante y este triunfo
Nunca se esperó que sobreviviéramos.
   
Y cuando sale el sol tememos 
que no se quede
cuando el sol se pone tememos
que no salga por la mañana
cuando el estómago está lleno tememos
la indigestión
cuando el estómago está vacío tememos
no volver a comer nunca
cuando nos aman tememos
que el amor se desvanezca
cuando estamos solas tememos
que el amor nunca vuelva
y cuando hablamos tememos
que nuestras palabras no se oigan
ni sean bien recibidas
pero cuando callamos
aún tememos.
   
Así que es mejor hablar
recordando
que nunca se espero que sobreviviéramos.


De "El unicornio negro"
         

17.2.25

Anacristina Rossi. María la noche

Te encontré a lágrima viva en una cueva chupando dedo y no querías saber nada de este mundo, tenías tres días de estar ahí con el mismo vestido, sin comer. En la cartera venía tu identificación, llamé a tu casa en Londres y me dijeron que habías dejado todo, los cuadernos tirados en el piso, la escuela sin pagar, la puerta abierta, el viento entró en tu casa, barrió tus pertenencias, dilapidó tu estancia. La muchacha que me contestó tenía la voz muy triste, me preguntó que adónde se te podía encontrar, les hacías falta. No tengo la menor idea, le dije.


Principio de "María la noche"
    

16.2.25

Pilar de Valderrama. Este beso

Este beso que tiembla en tu boca
y en la boca mía,
tiene un dejo de amarga verdad,
de dulce mentira,
es licor de muerte
y es a un tiempo venero de vida.
Es Infierno por senda de flores
es la Gloria por senda de espinas.
Es risa entre llanto, 
es llanto entre risa.
Es abismo muy hondo... muy negro...
que una astral claridad ilumina.
Es el árbol que guarda en sus ramas
la fruta prohibida,
y cuando a ella se alarga la mano
una fuerza interior, la retira.
   
Es embrujamiento.
Pecado que brinda
en el fondo un aroma muy puro
de incienso y de mirra...
Pecado que enciende
tanto fuego que al fin, purifica.
   
Este beso que fue condenando
nuestros mabios a eterna sequía;
que nos fue, poco a poco, mermando
la sangre y la vida...
Ahora ya en el umbral de la muerte
aún le siento que vivo palpita,
este beso que nunca se dieron
tu boca y la mía!


En "Los cien mejores poemas de amor en español"
     

15.2.25

Marisa Madieri. El claro del bosque

Definirlo como un prado especial sería excesivo. Era un prado cualquiera, situado en medio de un bosque de robles, pinos negrales y matas de enebro. No estaba ni siquiera bien nivelado. Aquí y allí montones de tierra y piedras creaban unas montañitas asimétricas y alguna aspereza en el terreno, que en el punto más bajo albergaba un charco de agua estancada, verdusca y fangosa. Sin embargo, en comparación con otros se encontraba en una zona muy tranquila, completamente aislada, de manera que sus habitantes llevaban una vida regular y en paz, escandida por los ritmos inmutables de las estaciones.


Principio de "El claro del bosque"
     

14.2.25

Sylvia Plath. III

Si diseccionas un pájaro
para hacer el diagrama de su lengua
cortarás la cuerda
que articula su canto.
  
Si desuellas a una bestia
para admirar sus crines,
destruirás el resto
desde donde empieza la piel.
  
Si capturas un pez
para observar su aleta,
aplastarán tus manos
su esqueleto generador.
   
Si me arrancas el corazón
para averiguar qué lo mueve,
detendrás el reloj
que de nuestro amor hace síncopa.


En "Poesía completa"
     

13.2.25

Alejandra Pizarnik. 1

He dado el salto de mí al alba.
He dejado mi cuerpo junto a la luz
y he cantado la tristeza de lo que nace.


De "Árbol de Diana"
En "Poesía completa"
    

12.2.25

Adanía Shibli. Un detalle menor

Nada se movía salvo las reverberaciones de la luz. Yermos interminables se sucedían hasta el horizonte, temblorosos bajo los pasos que él iba dando en silencio, al tiempo que la luz cegadora del sol de la tarde casi había borrado los contornos de las pálidas colinas. De aquellas elevaciones de terreno, los únicos detalles que podían apreciarse eran sus límites imprecisos, que se curvaban son propósito alguno en desniveles y virajes bifurcados. Acá y allá se percibían las sombras alargadas de los resecos arbustos de la pimpinela y de las rocas que sobresalían en los oteros. Y nada más. Solo la inmensa superficie del desierto de Néguev, sobre el que caía el calor sofocante del mes de agosto.


Principio de "Un detalle menor"