Íbamos trillando estrellas...
Tus manos iban a una cazade estrellas partidas
pero ellas te burlaban
escurriéndose entre tus dedos abiertos.
Las palabras, como pájaros,
se ahogaban en el agua.
Pasaba la brisa
-Adioses de abanico en nuestras frentes-
Tenías un aire desmayado
que te iba bien.
Músicas colgaban de tus labios.
¿Y por qué no había de ser
esta noche
nuestro viaje a la luna?
¡Oh! ¡No tendríamos más que dejarnos caer!
De la antología Peces en la tierra
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