"Entonces, Wang Lung se volvió y se encaró con la mujer por primera vez. Tenía un rostro cuadrado y franco, la nariz corta, ancha, con las fosas nasales grandes y oscuras, la boca dilatada y semejante a una incisión. Los ojos, pequeños, de un negro sin brillo, tenía una tristeza velada, no expresada claramente. Aquel rostro producía una impresión de hermetismo y silencio, como si no pudiera hablar aunque quisiese.
La mujer soportó la mirada de Wang Lung con paciencia, sin mostrarse confusa ni, a su vez, curiosa. Esperó simplemente a que él la hubiera mirado."
Fragmento de "La buena tierra"
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