No se lo dije al jardín todavía.
No sea que me conquiste.
No tengo suficiente fuerza ahora
para decirselo a la abeja-
No lo mencionaré en las calles
porque las tiendas me mirarían-
que alguien tan tímido- tan ignorante
tenga el descaro de morir.
Las laderas de las montañas no deben saberlo-
donde yo tanto he jugado-
ni decirlo a los cariñosos bosques
el día que me vaya-
Ni susurrarlo en la mesa-
ni desprevenidamente en el camino
sugerir que dentro de un acetijo
alguien se encamimará hoy-
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