cuando me aleje al mundo donde reina el silencio;
cuando tú ya no puedas sujetarme la mano,
ni yo me medio vuelva y al volverme me quede.
Acuérdate de mí cuando día tras día,
ya no puedas hablarme del futuro soñado.
Recuérdame tan sólo; comprenderás entonces
que el tiempo ya no admite plegarias o consejos.
Y si acaso ocurriere que un tiempo me olvidares
y luego me recuerdas, no te me pongas triste:
que, si acaso me dejan corrupción y tinieblas
un vestigio de aquellos pensamientos que tuve
preferiré mil veces que olvides y sonrías
antes que me recuerdes con ojos de tristeza.
De "Florilegio"
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