sentada, o caminando, o reclinada, es la misma figura;
la encontramos oculta detrás de esas cortinas,
ese espejo nos daba ecos de su belleza.
Una reina vestida de ópalos o rubíes,
una mujer sin nombre vestida con los tonos verdes del verano,
un ángel, una santa; en cada lienzo escrito
está un sólo sentido, nada más, nada menos.
Él vive de su rostro día y noche,
y ella con ojos dulces devuelve la mirada,
bella como la luna, como la luz alegre;
no pálida de esperas, no nublada de angustias,
no como es, mas como fue cuando lucía la esperanza;
no como es, sino como ella se le aparece en sueños.
De "Florilegio"
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