y callamos de repente.
Había aparecido en la terraza una muchacha
¡qué belleza!,
demasiado bella
como para nuestra tranquila estancia allí.
Bárbara miró apresurada a su marido,
Cristina puso la mano instintivamente
sobre la mano de Zbyszek.
Yo pensé –te diré– no vengas,
acaban de anunciar varios días de lluvia.
Sólo Agniezska, viuda,
saludó a la bella con una sonrisa.
De "Instante"
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