mis pájaros: que vi almenada en oro
una ciudad de espejos y en sus faros
banderas, más que manos, llamadoras.
Y en su empinada ronda grandes voces
de acústica pompla; y acerqué el dedo
y cayó la ciudad empapelda
y el aire escribió lívido: miseria.
Ya estoy de nuevo en vuestros pechos, sola,
y no es mejor que el vuestro, amado vuelo,
y el orbital talante de la estrella.
Ya os escucho de nuevo, desasida,
y tú el pequeño mío, como cantas
en mi balcón: "¿por qué me abandonaste?"
De "Mascarilla y trébol"
(Antología Mayor de la editorial Hiperión)
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