ni fingir contentamiento,
qu'el rabioso pensamiento
revienta por se mostrar.
No me aprovecha callar
aunque la razón me ayuda,
que si la lengua está muda
los ojos saben hablar.
¡Oh cuitado corazón!
¡Cuán dichoso hubieras sido
si fuera tu mal fingido,
como los de muchos son!
Mas ¡ay!, cuán a costa mía
es vuestro mal verdadero,
pues mucho más persevero
mientras más el mal porfía.
Ya no valen desengaños
para hacerme entender
cuán costoso es el querer
que acarrea tantos daños.
Qu'es tan ciega mi afición
y está el mal tan arraigado,
que en virtud de mi cuidado
me sustenta mi pasión.
De la Antología de Poetisas españolas
Tomo I: hasta 1900
Selección de Luzmaría Jimenez
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