De un momento de dicha recordamos
después los más efímeros detalles:
un olor a fogatas en las calles,
los árboles, la luz, los pobres ramos,
las palabras grabadas en un barco,
el sabor de una fruta, dulcemente,
el rumor de una música inocente,
en el barro un jazmín que ya no es blanco.
Ah, por qué recordamos tanta cosa
con nitidez palpable y nos perdemos
ineludiblemente si queremos
llegar a la felicidad! Sinuosa,
recondita, de un modo deshonesto,
como una maga hechiza con sus ojos
la felicidad cruel esos despojos
que el tiempo en la memoria nos ha impuesto,
ocultando en los pliegues de su manto
las almas y los rostros, los abrazos,
la esencia, la dulzura de los lazos,
todo lo que pedimos en su encanto.
De la "Antología esencial"
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