Los acontecimientos que se desarrollaron en el Grand Hotel no forman destinos humanos completos, netos y definidos, porque no son más que partes, fragmentos, jirones de vida. En las habitaciones cerradas, viven personas insignificantes o dignas de interés, individuos que ascienden, otros que caen... dichas y desdichas, catástrofes y triunfos viven allí, separados por un tabique. La puerta giratoria da vueltas y lo que ocurre entre una llegada y una salida, no constituye jamás un todo. Quizá, por otra parte, no haya en el mundo destinos completos, sino solamente algo parecido: preludios que no tendrán consecuencia, desenlaces a los que no precede ningún prólogo. Lo que parece hijo de la casualidad, está muchas veces regido por las leyes.
De "Grand Hotel"
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