La falda volteando en la cintura,
la blusa, abierta flor, sobre la carne
redonda y perfumada de los senos.
He sentido sus ojos penetrarse
como lluvia de otoño en la pradera
silenciosa y sombría de mi cuerpo,
gotas de fría luz, aves de presa.
He sentido sus ojos penetrarme.
Ojos de azul oscuro, ojos de noche,
donde habita el insomnio, donde sueñan
los incansables pájaros del viento.
Ha venido la intrusa nuevamente,
quién sabe de qué sitio, de qué tiempo
perdido en una esquina del espacio,
de qué ciudad sin nombre, de qué cielo.
Es la hermana gemela de otra vida,
en la que ya no existo. Es la sombra,
el aroma perdido del recuerdo,
la mutilada voz de la memoria.
Está frente a mi puerta. Ella me mira
y yo cierro los ojos por no verla.
De la antología general de poetisas españolas
Tomo III: de 1940 a 1975
de la editorial Torremozas.
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