17.8.13

Herta Müller. El río y las piedras de la orilla...

El río y las piedras de la orilla. El lugar donde terminaba el sendero. Ahí tenías que dar media vuelta si querías regresar a la ciudad. Por lo general, todos daban media vuelta allí, pues no querían sentir las piedras puntiagudas a través de la suela de los zapatos.
De vez en cuando, alguien no daba la vuelta porque quería sumergirse en el agua. La razón, según decían la gente, no era el río, porque el río era igual para todos. La razón, según decía la gente, era la persona que no quería dar media vuelta. Y esa persona era una excepción.
Como no quería dar media vuelta, me adentre en el mar de piedras puntiagudas. Era un objetivo. No un objetivo que llega con los bolsillos vacíos. Me llené los bolsillos con dos pedruscos. Mi objetivo estaba invertido.
De "La bestia del corazón"

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