desdichada mortal
querida luz del día.
Confesarás tus pecados?
Cubriendo
descubriendo
donde yacía.
No, me los guardo.
Tu sonrisa
tan simple
como tela o arcilla.
Para trapos.
Por tanto, el tiempo viene de lo que aún no existe. Pasa por lo que carece de espacio. Y va hacia lo que ya no existe.
(San Agustín, Las confesiones, XI, XXI)
De "Hombres en sus horas libres"
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