había siempre reserva:
no muestres demasiado tu amor
o le perderás.
Da las palabras como regalitos
y nunca digas
"te quiero"
demasiado pronto.
Y siempre era
demasiado pronto.
Pero a ti te colmé de amor
y volvías siempre.
Hablé, hablé y hablé
y siempre me respondías.
Acumulé mi amor sobre ti
y tú seguías acumulando el tuyo.
Qué creíais ganar
con tanta reserva?
Por qué creíamos prudente
administrar el amor?
La cornucopia revierte
sobre sí misma.
Los frutos caen.
Nos los comemos y crecen.
De "Los poemas de amor"
Al final del libro "Isadora emprende el vuelo
o cómo salvar su propia vida"
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