subió al autobús de la Greyhound.
Después de sabotear
algunos relojes
en la ciudad
me dejó el resto,
y un destino
de chop-sueys infinitos,
y un ejemplar roto de El idiota.
No tenía gran cosa.
Cuando las puertas eléctricas se cerraron
y el aire acondicionado se puso en marcha,
los caminos de cuero negro
se le llevaron.
Sus amigos
celebran su marcha
con cerveza y puñetazos.
Sus padres
en su impenetrable salón
han cerrado las persianas.
De "Personajes secundarios"
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