18.1.21

Sharon Olds. Alcatraz

De niña supe que era un hombre
porque me podían mandar a Alzatraz
y solo los hombres iban a Alcatraz.
Cada vez que íbamos en coche a la ciudad la
veía allí, blanca como un tiburón
blanco en la bahía llena de tiburones, los barrotes
como costillas de leche blanca. Me di cuenta de que había puesto a mis
padres contra las cuerdas, mi maldad interior se había esparcido como la tinta y se había apoderado de todo, incapaz
de controlar los pensamientos terribles,
las miradas terribles, y me habían dicho en más de una ocasión
que me mandarían allí, quizá la próxima vez
que derramase la leche, Ala
Cazam, las puertas de hierro se cerrarían de golpe, y me quedaría
donde pertenezco, un hombre con cara de niña en la
prisión de la que no escapa nadie. No
temía al resto de prisioneros,
sabía quiénes eran, hombres como yo, que habían
derramado la leche en demasiadas ocasiones,
incapaces de frenar sus pensamientos;
lo que a mí me asustaba era el horror de los círculos: círculo de
cielo alrededor de la tierra, círculo de
tierra alrededor de la Bahía, círculo de
agua alrededor de la isla, círculo de
tiburones alrededor de la orilla, círculo de
muros exteriores, de muros interiores,
vigas de hierro, barras de acero,
círculo de la celda a mi alrededor, y allí en el
centro, el vaso de leche y los ojos
del guardián en mí mientras lo alcanzaba.


De "La célula de oro"
     

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