Eras uno de los suyos, firme como una roca.
Yo soy la que se preocupa
de si me adapto o no a los muebles
y al paisaje.
Pero "sigo demasiado
los ardides y deseos de mi propio corazón."
Los recovecos del camino
me son ya familiares, y la montaña
envuelta en cualquier tipo de luz,
tratando a todo el mundo igual.
Y cuando subo a la colina
veo la casa, con sus generosas
y firmes proporciones, el humo
subiendo alegremente por la chimenea.
Siento que mi vida comienza de nuevo,
como cuando a un esqueje le crece
dentro de un vaso de agua
la primera raíz pálida, indecisa.
De "De habitación en habitación"
En "De otra manera"
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