22.5.18

Rosamond Lehmann. No es fácil compartir recuerdos

No es fácil compartir recuerdos. Cada vez que nos internamos, que nos hundimos en el pasado, vemos que algo más fuerte que la memoria se nos escapa; algo que no puede definirse, diferenciarse -un cúmulo de impresiones, sorpresas y contrastes, una sensación inesperada de soledad en nuestra ruta y lo que es peor, el doloroso sentimiento de que esta ruta -la vida en suma- carece de sentido. Mirando el pasado desde el presente, retrocediendo hasta el principio a través de todo el animado curso de nuestra vida, no vemos que tal cosa, que tal hora, con ligeras desviaciones, han conducido inevitablemente a esta hora actual y a esta cosa? Muchas se quedan flotantes, inarticuladas aquí y allá, y al volver la vista atrás las contemplamos remotas, como estrellas y constelaciones. Nuestras antiguas, ardientes experiencias, brillan inmóviles con sus rayos glaciales. Quizás son fragmentos lanzados por la más cruel explosión ya lejanos, fríos como fuegos extintos, como el astro muerto de la luna. Entre estas falsas estelas de luz en la oscuridad, nuestros planes avanzan en busca de un camino; un camino borrado ya para siempre.
Sabemos que el pasado no vuelve, que no puede ser vivido de nuevo. Pero de vez en cuando algo -un sonido, un olor, una palabra- nos llega de él y parecen revivir por afinidad sus sensaciones. Surge entonces la duda, la confusión, la esperanza, el presentimiento; nos esforzamos en reconstruir espiritualmente la forma de lo que ha sido; parece que aquello es el eslabón de una cadena, una parte de la unidad, un detalle en el designio. Durante un instante creemos poder asirlo, pero se nos escapa, o lo asimos fugazmente; entonces la fuerza cede, el resplandor disminuye, la vibración se va perdiendo en el vacío hasta que por último desaparece.


De "Una nota en la música"
     

No hay comentarios: