6.6.18

Simone de Beauvoir. La fuerza de las cosas

He dicho por qué, después de las Memorias de una joven formal, decidí proseguir mi autobiografía. Me detuve, sin aliento, cuando llegué a la liberación de París; tenía necesidad de saber si mi empresa interesaba. Parece que sí; sin embargo, antes de reanudarla, nuevamente vacilé. Amigos, lectores, me aguijoneaban: "Y ahora? Y después? Dónde está usted ahora? Termínela: nos debe la continuación..." Pero, tanto por fuera como en mí misma no me han faltado objeciones: "Es demasiado pronto: usted no tiene tras de sí una obra bastante rica..." O: "Espere hasta poder decirlo todo: las lagunas, los silencios desnaturalizan la verdad." Y también: "Usted carece de perspectiva." Y además: "Por último, usted se entrega ante todo en sus novelas." Nada de todo esto es falso: pero no se me ofrece elección. La indiferencia, serena o desolada, de la decrepitud ya no me permitiría adueñarme de lo que trato de captar: ese momento en que, en la linde de un pasado todavía ardiente, comienza el ocaso. He querido que en este relato circule mi sangre; he querido arrojarme a él, todavía viva, y cuestionarme en él antes de que todas las cuestiones se hayan extinguido. Tal vez es demasiado pronto; pero mañana será seguramente demasiado tarde.


Principio de "La fuerza de las cosas"
    

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