La expresión de la señora Penn, mientras trabajaba, fue cambiando; su frente crispada se suavizó, sus ojos se endurecieron, apretó los labios. En su mente, mezclada desordenadamente con sus pensamientos iletrados, se formó una máxima: "Las oportunidades no esperadas son los poestes indicadores que nos señala el Señor en los nuevos caminos de la vida" -se repetía, y poco a poco fue tomando la decisión de actuar.
De "La rebelión de mamá"
En "Algunas mujeres"
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