La noche era muy desapacible y había nieve en las calles, auténtica nieve londinense, medio derretida, pisoteada y sucia de barro. Yo recordaba muy bien aquella nieve, auqneu hacía quince años que no veía su triste rostro. Y ahí estaba, formando los mismos surcos que entonces y tendiendo las mismas trampas en las aceras. Pocas horas después de llegar de Suramérica vía Southampton, me instalé en el hotel Morley, de Charing Cross, y contemplé con melancolía las fuentes, paseé insatisfecho por la habitación y traté de alegrarme de haber dejado de ser un trotamundos y haber vuelto por fin a casa.
De "Otro antiguo huésped relata sus vivencias como pariente pobre"
uno de los capítulos de "La señora Lirriper"
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