Tres, cuatro y hasta cinco días al mes me los paso en la cama con migraña, insensible al mundo que me rodea. Y casi todos los días de todos los meses, entre ataque y ataque, siento esa repentina irritación irracional y ese flujo de sangre a las arterias cerebrales que me hacen saber que la migraña está de camino, y entonces me tomo ciertos fármacos para impedir que llegue. Si no me tomara esos fármacos, sería capaz de funcionar tal vez un día de cada cuatro. En otras palabras, ese error fisiológico llamado migraña es un hecho central en la vida que me ha tocado.
De "En la cama"
En "Los que sueñan el sueño dorado"
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