Cada imagen y cada sonido me recordaban a nuestro querido, queridísimo, amigo, a los muchos paseos que dimos, de día o de noche, a tantas cosas tan queridas. Me dejé arrastrar por la melancolía, no podía ni hablar, al final conseguí aliviar el corazón llorando: un lloriqueo nervioso, según William. No estoy de acuerdo. Oh! Cuántos motivos, tengo tantos motivos para preocuparme por él.
De los "Diarios de Grasmere y Alfoxden"
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