24.5.19

Dorothea Tanning. Esperar

Por entonces, con el tiempo en mis manos
y en nuestro patio trasero, esperaba al futuro.
El futuro. Para mí, como para todos,
las palabras mismas tenían un aroma de promesa.
Si las cosas no iban muy bien de momento
   
sin duda nos deleitarían en el futuro.
El futuro, haciéndose de rogar, no llegaba nunca
al patio trasero, jardín delantero, jardín de palacio,
jardín de la iglesia, patio de la cárcel y, sobre todo,
al patio de los trastos que prefiere el pasado.
   
Comprendí después que esperar es un arte 
y el mejor lugar para la práctica las salas
de espera donde puedes esperar sentada
al tren que ya perdiste, que el cielo
se caiga, al médico, que se congele al infierno.
    
Flota el cielo más alto que nunca y
de noche es tachonado de estrellas
"El médico ha tenido una emergencia.
Mañana estará aquí".
Y el infierno? Ya nadie va allí.
    
Tiempo después, cuando tuve más contacto con
el mundo, me dijeron: "Tienes futuro".
Pensé en ello. Aunque les creyera,
qué tenía que ver, fuera lo que fuese,
mi futuro con lo verdadero, sea lo que sea?
   
Tal vez este presente ubicuo sea lo bastante
real y entusiasta, aunque no pueda contarme
a qué espero ya.
   
   
De "Si llegamos a eso"
      

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