Me pesa, esta estación cambiante,
sin resuello como estas viejas fotos
a la luz de la lámpara. Blancas sonrisas
que siempre sonreirán; dijo en el aire
no avanzará el balón, ni los bañistas
zambulléndose tocarán el agua.
Ni las hojas tras la ventana
se mueven. Doradas ahora, posan:
imagen perfecta de hojas posando para mí-
o para quienquiera que, mañana, al levantar la vista,
acaso vea su número al trapecio:
el saludo a la multitud, un estremecimiento y
piruetas en el aire en el ascenso para el salto;
luego el vertiginoso juego con el viento
súbito, faldas amarillas alzadas en espiral
exuberancia antes de caer en picado.
De "Si llegamos a eso"
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