Cuando transido ambules, caminante,
cerca de mi velada sepultura,
no hagas senderos en la noche oscura
yerta de frío, trova y lancinante.
Que tus pasos no sigan adelante,
que no tiemble tu Alma en la espesura
donde la soledad su duelo apura,
negra nube sin alas de levante.
Reposa en un descanso placentero
allí junto a las pálidas arenas
que a mi vida le den cauce postrero,
y no hallarás heladas mis cadenas,
que el amor prenderá su candelero
en el tronco marchito de mis venas.
De "La segunda mies"
En el libro "Poesía reunida"
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