Era un día frío y gris de finales de noviembre. El tiempo había cambiado de la noche a la mañana, cuando un viento del norte trajo consigo un cielo de granito y una llovizna fina y, aunque eran solo poco más de las dos de la tarde, parecía que hubiera caído sobre las montañas, envolviéndolas en niebla, un desvaído anochecer de invierno. A las cuatro sería de noche. El aire, helado y pegajoso, se colaba en el interior de la diligencia, aunque las ventanillas estaban todas bien cerradas.
Principio de "La posada Jamaica"
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