Pero hay una carta que sí guardé, y es la que me escribió el 27 de mayo de 1978 Carmen Martín Gaite. Dice así:
Querida amiga, tu novela El mismo mar de todos los veranos, que acabo de terminar, me ha deslumbrado. Sumida todavía en el sortilegio reciente de su lectura, y antes de que dé paso a la tentación de una crítica reflexiva y razonable, te quiero dar las gracias por la tarde tan larga, tan diferente a todas, que me has proporcionado.
Cuando se produzca esta tentación, que se producirá, escribiré un comentario para Diario 16, donde colaboro a veces. Pero lo que siento ahora, mirando desde mi terraza cómo se consume esta tarde donde aletean pájaros moribundos, es algo muy distinto e inexpresable. Jamás entenderías la fuerza del fluido que, en estos momentos, me une a ti, por el puente prodigioso de palabras que has tendido en tu novela y que se derrumbarán, después de haber pasado yo sobre él, al menor soplido, tan frágil era, tan inverosímil, tan oportuno y mágico, tan sabio.
Cómo has conseguido ponerlo en pie para que yo pasara? Gracias.
En "Confesiones de una editora poco mentirosa"
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