Por primera vez vemos a una mujer tomar la palabra para defender a las de su sexo. Christine de Pisan ataca con fuerza a los clérigos en su Epístola al Dios del amor. (...) Reclama sobre todo que se les permita a las mujeres instruirse: «Si la costumbre fuera poner a las niñas en la escuela y se les hiciera aprender las ciencias, como se hace con los niños, aprenderían también perfectamente y entenderían las sutilezas de todas las artes y ciencias como ellos hacen.»
De "El segundo sexo"
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