16.10.19

Ángela Figuera Aymerich. No quiero

No quiero
que los besos se paguen
ni la sangre se venda
ni se compre la brisa
ni se alquile el aliento.
   
No quiero
que el trigo se queme y el pan se estime.
   
No quiero
que haya frío en las casas,
que haya miedo en las calles,
que haya rabia en los ojos.
   
No quiero
que en los labios se encierren mentiras,
que en las arcas se encierren millones,
que en la cárcel se encierre a los buenos.
   
No quiero
que el labriego trabaje sin agua,
que el marino navegue sin brújula,
que en la fábrica no haya azucenas,
que en la mina no vean la aurora,
que en la escuela no ría el maestro.
   
No quiero
que las madres no tengan perfumes,
que las mozas no tengan amores,
que los padres no tengan tabaco,
que a los niños le pongan los Reyes
camisetas de punto y cuadernos.
   
No quiero
que la tierra se parta en porciones,
que en el mar se establezcan dominios,
que en el aire se agoten banderas,
que en los trajes se pongan señales.
   
No quiero
que mi hijo desfile,
que los hijos de madre desfilen 
con fusil y con muerte en el hombro;
que jamás se disparen fusiles,
que jamás se fabriquen fusiles.
   
No quiero
que me manden Fulano y Mengano,
que me fisgue el vecino de enfrente,
que me pongan carteles y sellos,
que decreten lo que es poesía. 
   
No quiero 
amar en secreto,
llorar en secreto,
cantar en secreto.
   
No quiero 
que me tapen la boca
cuando digo NO QUIERO...


(De Mujer de barro, 1948)


En la antología "Poesía soy yo.
Poetas en español del siglo XX (1886-1960)"
    

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