1.1.20

Christine de Pizan. LXVIII y LXIX

LXVIII
El Amante
      
Aunque hace tiempo que os entregué del todo
mi amor, ahora os lo vuelvo a brindar
junto a mi cuerpo y mi corazón, bella,
en este primer día del año nuevo;
y cuanto tengo, mi gentil dulce dama,
y este diamante, aunque no sea caro,
aceptad dulce dama de gran valor.
   
Que Dios os dé un buen día, año y destino
junto con bienes en su justa abundancia,
y permita que ambos, a menudo este año,
podamos vernos, con muy gozosa espera,
y no se arrepienta vuestro corazón
nunca de amarme, por torpe que yo sea;
aceptad, dulce dama de gran valor.
   
Y no le llegue a nuestro dulce amor
nunca al final ni os demoréis en darme
a mí el gozo que os será bien devuelto
desde mi parte con ventajoso cambio,
y los tormentos de los maledicentes
ya no temáis; y vuestro siervo ligio 
aceptad, dulce dama de gran valor.
   
Toda mi vida me he propuesto serviros;
aceptad, dulce dama de gran valor.
   
   
    
LXIX
La Dama 
    
       
Yo te agradezco, bello y bueno,
la dádiva tan elegante
que me has hecho en el primer día
de año nuevo; yo también te hago
dádiva de mi amor entero
y con ella te gratifico, 
Dios te dé felices estrenas!
   
Cuerpo y corazón con gran gozo,
salvo mi honor, a ti te entrego.
Este rubí en este anillo
te doy a cambio como premio,
no sé qué más pediríamos, 
me has sanado de todo mal.
Dios te dé felices estrenas!
   
En este dulce renacer 
del año en que hay tanta alegría, 
varias guirnaldas te daré 
de flores; pero el dulce beso
no esperemos más: venga, dámelo. 
Separarnos mucho me apena.
Dios te dé felices estrenas!
   
Yo me voy colmada de gozo,
Dios te dé felices estrenas!
   
   
De "Cien baladas de Amante y Dama"
    

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